viernes, 24 de septiembre de 2021

BELLEZA Y ELEGANCIA

 

Si quiere tener un amigo para conversar, con la casi seguridad de ser comprendido, al menos, en lo más elemental, y no ser importunado por una respuesta desagradable, tome por compañero a un perro. Lo saludará alegremente al llegar a casa de vuelta del trabajo o al regresar de un viaje. Será el último en darle la despedida. Compartirá su felicidad y sufrirá su dolor. Es agradecido a las atenciones que tenga con él; por eso se siente el más feliz de los mortales cuando le lleva a pasear. Su vida es su amistad con su adoptante. Pero exige, a cambio, atenciones y constancia. Tanto mayor será su solidaridad cuanto más directamente participemos en su cuidado. No hay que olvidar, sobre todo, que abandonar a un perro, después de haberle exigido su confianza, equivale a matarle.

El perro, conjunta y enlaza armoniosamente la belleza y la elegancia de sus líneas, el supremo encanto de su forma, la ligereza de sus actitudes, la vivacidad de sus reacciones, con su natural ardor, su cólera, e incluso, su ferocidad, cuando conviene poner a prueba su carácter. Pero ante un gesto de su adoptante, pasa, sin transición, del arrebato paroxístico a la actitud más dulce. Arrastrándose, se pone a sus pies y aguarda las ordenes que pueda darle. Cuando monta la guardia en nuestro hogar, se muestra a la vez orgulloso y decidido.

viernes, 17 de septiembre de 2021

LA CONQUISTA DEL HOMBRE

 

El perro posee, entre otras cosas, dos facultades indiscutibles: la memoria y el sentido de la comparación, gracias a las cuales puede asociar las ideas y establecer determinados juicios. Si el hombre es el rey legítimo de la tierra, el animal ha sido creado para amarle y servirle, no en calidad de aparato mecánico, sino como ser viviente y autónomo. De la bestia a la máquina hay una distancia infinitamente superior que la existente entre el animal y el hombre. En la clasificación de los seres vivos de Carlos Linneo encontramos lo siguiente: “Mineralia crescunt; vegetalia crescunt et vivunt; animalia  crescunt; vivunt et sentiun”. Sin embargo, últimamente, se ha probado que ni los vegetales carecen de cierta sensibilidad.

El perro es el más dócil y, por lo tanto, el más inteligente de cuantos animales ha creado Dios sobre la tierra; ha sido siempre el servidor abnegado y el custodio decidido del hombre y de sus bienes. Sin él es difícil concebir como hubiese podido franquearse el límite que separa la vida errante del hombre prehistórico, hasta llegar a la sociedad patriarcal, porque ésta no se comprende sin la ganadería, y la ganadería, a su vez, no hubiese tenido lugar sin el perro, guardián del ganado y colaborador insustituible del hombre en la ardua tarea de domar a los animales salvajes.

La historia del perro es en realidad, la historia del hombre. Se hallan unidos a lo largo del tiempo como cuerpo y sobra. Su respetuosa ternura, la dulzura de sus caricias, su sensibilidad, su sumisión, el tino con que sirve nuestros deseos, la fidelidad con que se nos entrega, le proclaman el primero de los animales.

Según Georges Cuvier, el perro es la más útil y la más completa conquista del hombre. En verdad, de todas las especies creadas por Dios para nuestro servicio, las que se han aliado con nosotros, prestándonos la colaboración de su esfuerzo generoso, son muy reducidas. A lo largo de la existencia del hombre, solo alrededor de cuarenta especies de animales conviven sometidas a nuestra autoridad, las demás han rehusado asociarse con el hombre. Son los animales llamados salvajes, No tienen nada de tales, difieren de los otros en su obstinada oposición a acatar una soberanía, impuesta, a veces, por la brutalidad, y no en virtud de una superioridad de espíritu, que ellos reconocen como consecuencia del mandato divino. No es al hombre, sino a su poder subversivo reñido con la ley de Dios, al que huyen. Su ambición, su designio inconfesado es amar al hombre, servirle y reunirse con él bajo el palio de su legítima soberanía. Lo que no quieren es someterse a un trabajo agotador, a una existencia de permanente esclavitud, a unos tratos groseros e indignantes. La impotencia del hombre para atraerse por la vía del amor y de la bondad a los animales capaces de comprenderle, demuestra hasta el límite máximo los caracteres subversivos de nuestra civilización.

 

bondad a los animales capaces de comprenderle, demuestra hasta el límite máximo los caracteres subversivos de nuestra civilización.

 

viernes, 10 de septiembre de 2021

CIUDADANO DEL MUNDO

 

Para percatarnos de la trascendencia del perro en la historia humana, bastará pensar qué habría sucedido de no haber sido creado por Dios. En tal caso, ¿cómo hubiera podido el hombre, sin su auxilio, conquistar, domar y reducir a servidumbre a los otros animales? ¿Cómo podría, aun en la actualidad, descubrir, cazar y destruirlas bestias feroces y dañinas? El primer arte del hombre ha sido la educación del perro, y el resultado de este arte, la conquista y la posesión práctica de la tierra.

El pacto de la amistad que liga al hombre con el perro parece ser de carácter indisoluble. A medida que avanzan las posibilidades de la vida humana y se perfeccionan las técnicas, los servicios prestados por la especie canina son más decisivos y trascendentales. ¡Cuántas drogas, cuántos procedimientos curativos, cuántas intervenciones quirúrgicas han podido aplicarse en el organismo humano gracias al cruento y desinteresado sacrificio del perro!

No se piense por esto que solo es leal el perro con registro genealógico y pedigree de tres generaciones mimado y consentido en casa, la lealtad también es característica de los perros mestizos y la fidelidad se aprecia aún más en el perro salvaje.

El perro es ciudadano del mundo: aquí se aprecia su capacidad de adaptación. Se encuentra en todos los paralelos, familiarizándose con todos los climas. Es fuerte si el medio en que actúa es duro; es tierno y delicado al par que su medio se ablanda. Si no tiene trato con el hombre, permanece en estado salvaje. En la jungla, en la montaña, en los parajes sin gente, los perros se agrupan para su defensa. En definitiva, sigue de cerca los hábitos humanos. Por este afán de imitar al hombre, de penetrar en sus secretos, el perro es susceptible como ningún otro animal de ser educado. Aquí intervienen el temperamento, la preparación y las inclinaciones del adoptante. Hay que rechazar la tesis del filósofo y teólogo francés Nicolas Malebranche, según la cual los animales comen sin placer, se quejan sin dolor, crecen sin saberlo y viven sin desear nada, sin temer nada, sin conocer nada. Esta absurda tesis parece dar la razón a la irónica respuesta de Jean-Jacques Rousseau a Bernardo de St Pierre escritor y botánico al preguntarle su opinión sobre el particular: “Cuando el hombre empieza a razonar, cesa de sentir”.


lunes, 6 de septiembre de 2021

EPITAFIO Y ELOGIO

                                                          

El gran poeta Lord Byron, en un epitafio dedicado a su perro Terranova escribe: “Tú, perro eres el mejor de los amigos. El primero que viene a saludarnos, el más decidido a defendernos. El más fiel a nuestros mandatos, eres tú”. Cervantes, en “El coloquio de los perros”, les atribuye ocurrentemente rasgos de clara inteligencia. En su obra, Escipión y Berganza son capaces de apreciar los más complejos matices de las personas, y saben burlarse de ellas. No obstante, logran conmovernos más adelante en su coloquio: Berganza asegura que para hacerse agradable al amo lo mejor y más sencillo es ser humilde. porque la “humildad dice, es la base y fundamento de todas las virtudes y la que de los enemigos hace amigos“.





El naturalista Georges-Louis Leclerc de Buffon se expresa de esta forma para elogiar a los perros: “El perro, prescindiendo de la hermosura de su forma, de la viveza, la ligereza y la fuerza, posee con excelencia todas las cualidades interiores que pueden granjearle la atención del hombre…Más dócil que éste, más flexible que ninguno de los animales, puede ser instruido en poco tiempo. Se conforma con los movimientos, los modales y los hábitos de cuantos le mandan. En el servicio de su adoptante se muestra siempre activo, diligente y oficioso. Pero no pone ninguna atención en las personas indiferentes, y se declara contra los que por oficio se dedican a importunar; los conoce por el traje, por la voz y por los gestos