LEALTAD
Y DEVOCION 8 de septiembre del 2018
Hola amigos:
Continuando con mi reflexión
sobre el contacto y convivencia con los animales, les comento que son
innumerables los relatos de lealtad y devoción de estos. Nos maravillamos que
los animales exhiban tan a menudo cualidades que no podemos hallar en
abundancia en la especie humana. Por supuesto, tales sentimientos no están
justificados totalmente, pues los seres humanos se han elevado a algunas
alturas tremendas de ser y de realización. Pero me confunde que el hombre, que
es capaz de escalar las montañas más elevadas o de incluso llegar a la luna y
próximamente a otros lejanos planetas, también se sumerge en los abismos más
lóbregos. En esos momentos, al contemplar la situación y el destino del hombre
sobre este convulsionado planeta, algunas veces imaginamos que solo él tiene la
habilidad para entender que es la vida y que el animal, por otra parte, no
sufre de dudas y problemas imponderables. Se le considera como a un hijo amante,
confiado e inocente de la naturaleza, del que puede esperarse que se comporte
de un modo específico en determinadas condiciones.
Y entonces un día
descubrimos que en muchos aspectos, nuestras criaturas inocentes están mucho
más conscientes que nosotros del universo en el que todos vivimos. Están mucho
menos limitadas por los cinco sentidos que la generalidad de los hombres. Son
más sensibles a los fenómenos síquicos, a la presencia de apariciones, de
espíritus incorpóreos; pueden captar acontecimientos a miles de kilómetros;
tienen una precognición mayor de la que se necesita para volver a casa, captan
las tragedias y calamidades naturales y artificiales, y pueden localizar un
objeto distante a varios miles de kilómetros, sin un rastro o indicio o ningún
conocimiento previo dela ruta.
Es asombroso constatar como
un perro que permanece en nuestra pensión por algún tiempo, “sabe” el día en
que su propietario se presenta a recogerlo para llevarlo a casa, y lo
manifiesta con inmensa alegría pocas horas antes de que acudan por él.
Imaginamos que los animales
que son distintos a nosotros son criaturas simples. ¿Cómo nos explicamos
entonces que un perro puede matar a un gato y que otro pueda llegar a los
extremos para salvar la vida de un felino? ¿Cómo explicamos que un cachorro pueda
percibir la muerta de su amo aunque esta ocurra en otro país, mientras que otro
no parezca estar consciente ni siquiera de lo que está ocurriendo en el cuarto
de al lado?
Los paralelos que pueden
trazarse son interminables, y las discrepancias, enormes. Uno tiene que suponer
finalmente que los animales, incluso los perros de la misma raza, son tan
diferentes como las personas
Reciban un saludo afectuoso
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