Hola amigos:
Es probable que los
episodios más gloriosos en la historia
del perro tuvieran lugar durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la ayuda
prestada por el amigo del hombre, bien entrenado, salvó millares de vidas y
contribuyo a que la lucha terminara mucho antes de lo que en otras
circunstancias hubiera sido posible. La parte curiosa de esto es que cuando
empezó la guerra (o, más bien, cuando los Estados Unidos entraron en ella), el
perro fue como un jugador sustituto olvidado que espera pacientemente en la
banca durante un partido de futbol. Los hombres que dirigían el juego habrían
oído hablar mucho sobre su habilidad, pero no se atrevían a ponerla a prueba en
momentos importantes.
Esta indecisión se debió a
que antes de la Segunda Guerra Mundial no existía un programa organizado para
el entrenamiento de los perros de Guerra. Como consecuencia no había un oficial
de mando o un comandante de campo que hubiera tenido experiencia en el empleo
de los perros. Para estos militares era fácil calcular las tropas y la
artillería. Los caballos y las mulas eran partes conocidas del viejo equipo del
ejército, pero los perros constituían una incógnita. Efectivamente, hubo muy
pocos perros en la Primera Guerra Mundial, pero aún estos fueron entrenados y
equipados por los franceses y los ingleses; por lo mismo, muy pocos de los
oficiales veteranos tuvieron contacto con ellos.
A diferencia del poco
conocimiento de los americanos sobre los perros de guerra, los alemanes
hicieron excelente uso de ellos en la Primera Guerra Mundial y, aunque la
derrotada maquinaria bélica alemana de aquel tiempo se vio obligada a convertir
en chatarra la mayor parte de su equipo militar pesado, los campos de
entrenamiento para perros de guerra nunca fueron abandonados. Esta fue una fase
de los preparativos alemanes para la conquista del mundo que no necesitó
esperar la llegada de Hitler para proseguir. Y no fue solamente esto, pues
otras naciones que se confabulaban para cambiar el orden de cosas existentes
copiaron a los alemanes. Los criadores americanos de perros pastores alemanes
descubrieron, al estudiar los libros alemanes de registro de dicha raza, que
mucho antes del ataque a Pearl Harbor se enviaron al Japón varios miles de
animales de esta raza desde Alemania. Este hecho pareció extraño por algún
tiempo, pero se supo por otras fuentes que los japoneses se encontraban
formando un cuerpo de perros.
Sin lugar a dudas, los
alemanes comprendieron las posibilidades y limitaciones de los perros de guerra
mejor que en otros países, y, en consecuencia, los manuales de guerra sobre
este tema fueron redactados con asombrosa claridad y gran detalle. Por fortuna
para los encargados de formar el cuerpo militar de perros en los Estados
Unidos, se obtuvieron algunos ejemplares de estos manuales y fueron publicados
en la “Gaceta Americana de Criadores de Perros” más de un año antes de Pearl
Harbor, y cuando por fin se convenció el departamento de guerra de la
importancia de los perros dichos manuales resultaron ser guías muy útiles para elaborar el programa de entrenamiento y
uso de estos animales.
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