viernes, 21 de febrero de 2020

Los perros de guerra




Hola amigos:
Es probable que los episodios más gloriosos en  la historia del perro tuvieran lugar durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la ayuda prestada por el amigo del hombre, bien entrenado, salvó millares de vidas y contribuyo a que la lucha terminara mucho antes de lo que en otras circunstancias hubiera sido posible. La parte curiosa de esto es que cuando empezó la guerra (o, más bien, cuando los Estados Unidos entraron en ella), el perro fue como un jugador sustituto olvidado que espera pacientemente en la banca durante un partido de futbol. Los hombres que dirigían el juego habrían oído hablar mucho sobre su habilidad, pero no se atrevían a ponerla a prueba en momentos importantes.
Esta indecisión se debió a que antes de la Segunda Guerra Mundial no existía un programa organizado para el entrenamiento de los perros de Guerra. Como consecuencia no había un oficial de mando o un comandante de campo que hubiera tenido experiencia en el empleo de los perros. Para estos militares era fácil calcular las tropas y la artillería. Los caballos y las mulas eran partes conocidas del viejo equipo del ejército, pero los perros constituían una incógnita. Efectivamente, hubo muy pocos perros en la Primera Guerra Mundial, pero aún estos fueron entrenados y equipados por los franceses y los ingleses; por lo mismo, muy pocos de los oficiales veteranos tuvieron contacto con ellos.
A diferencia del poco conocimiento de los americanos sobre los perros de guerra, los alemanes hicieron excelente uso de ellos en la Primera Guerra Mundial y, aunque la derrotada maquinaria bélica alemana de aquel tiempo se vio obligada a convertir en chatarra la mayor parte de su equipo militar pesado, los campos de entrenamiento para perros de guerra nunca fueron abandonados. Esta fue una fase de los preparativos alemanes para la conquista del mundo que no necesitó esperar la llegada de Hitler para proseguir. Y no fue solamente esto, pues otras naciones que se confabulaban para cambiar el orden de cosas existentes copiaron a los alemanes. Los criadores americanos de perros pastores alemanes descubrieron, al estudiar los libros alemanes de registro de dicha raza, que mucho antes del ataque a Pearl Harbor se enviaron al Japón varios miles de animales de esta raza desde Alemania. Este hecho pareció extraño por algún tiempo, pero se supo por otras fuentes que los japoneses se encontraban formando un cuerpo de perros.
Sin lugar a dudas, los alemanes comprendieron las posibilidades y limitaciones de los perros de guerra mejor que en otros países, y, en consecuencia, los manuales de guerra sobre este tema fueron redactados con asombrosa claridad y gran detalle. Por fortuna para los encargados de formar el cuerpo militar de perros en los Estados Unidos, se obtuvieron algunos ejemplares de estos manuales y fueron publicados en la “Gaceta Americana de Criadores de Perros” más de un año antes de Pearl Harbor, y cuando por fin se convenció el departamento de guerra de la importancia de los perros dichos manuales resultaron ser guías muy útiles  para elaborar el programa de entrenamiento y uso de estos animales.

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