Sin saberlo, muchos vacacionistas y
dueños de mascotas se exponen a contraer alguna enfermedad transmitida por animales
domésticos, de granja o salvajes (zoonosis), misma que puede
atentar gravemente contra su salud y vida. Es por eso que se considera al
médico veterinario indispensable para una salud total.
De manera deliberada o por casualidad, los seres humanos convivimos
prácticamente a diario con algún animal. Así, es común que los niños cuenten
con una mascota en casa (perro, gato, canario, perico,
hámster, conejo, tortuga o peces, entre otros) que proporciona compañía, a la
vez que contribuye al aprendizaje en la adquisición de responsabilidades, pero
también es cierto que al salir de la ciudad de vacaciones en playas, selva o
bosque, nos exponemos a entrar en contacto con las más diversas criaturas.
Aún cuando el hombre ha domesticado a especies desde tiempos remotos, y
hasta el siglo XIX sólo se sabía que rabia (enfermedad que afecta al sistema
nervioso) o peste (genera problemas respiratorios y hemorragias en la piel)
podían ser transmitidas por el contacto con perros y ratas, respectivamente,
los estudios médicos y epidemiológicos efectuados desde entonces han
multiplicado la lista de zoonosis.
Además de esto, se tiene bien claro que los mayores riesgos no provienen
necesariamente de especies salvajes, sino de las que viven en casa sin control
veterinario adecuado. En muchos casos, la zoonosis es
ocasionada porque la mascota se enferma y transmite microorganismos o parásitos
a los seres humanos.
Las zoonosis son tantas que un cálculo reciente sugirió
que su incidencia es tan alta que pueden costar tantos recursos en materia de
salud pública como las enfermedades de transmisión sexual.
Voy a iniciar una serie de comentarios sobres zoonosis más frecuentes de
acuerdo a su agente causal y comenzaré por los parásitos, los cuales generan
los siguientes parecimientos: Uno de ellos es la infestación por Anquilostomas que
en su forma larvaria entran por la piel luego de tocar un piso o material
infectado con heces de animales, casi siempre perro o gato. Causa vómito, diarrea,
pérdida de peso y, en casos graves, lesiones localizadas en ojos o vísceras,
según el caso. La Hidatidosis, equinococosis o quiste hidatídico. Infección
causada por el gusano Echinococcus granulosus; el contagio ocurre
sobre todo en la infancia, cuando el niño juega con perros infectados,
o a cualquier edad cuando se ingieren verduras o aguas contaminadas con huevos
del parásito. Afecta al hígado y pulmones, básicamente generando fiebre y dolor
abdominal.
Las Lombrices intestinales. Aunque no es un término muy
preciso, designa a distintos tipos de gusanos (tricocéfalos, áscaris, filaria,
tenia, toxocaras) que se alojan en los intestinos del ser humano y que producen malestar
estomacal intermitente, diarrea, pérdida de peso,
desnutrición, vómito y alteraciones del sueño; en casos graves
pueden extenderse a otras áreas del organismo y ocasionar lesiones oculares,
cutáneas, hepáticas o neurológicas. Constituyen un problema sanitario grave
porque se propagan a través de huevecillos en las heces de animales como
perros y gatos, a los cuales se deja defecar en parques y vías públicas
(fecalismo).
Toxoplasmosis. Afecta principalmente a los gatos, y es generada por el
protozoario Toxoplasma gondii, que se disemina mediante comida
contaminada con orina y excremento de animales infectados. La infección es
controlada por el organismo, y rara vez genera síntomas de consideración, pero
es de gravedad cuando la contrae una mujer embarazada, debido a que el feto
puede sufrir ceguera y daños irreversibles en el sistema nervioso.
Giardiasis o lambliasis. Se manifiesta con diarreas y
fuertes dolores de estómago, a causa de la infección por el protozoario Giardia
lamblia . Su transmisión es idéntica a la de las lombrices
intestinales, por lo que también es importante consecuencia del fecalismo.
Leishmaniosis. Es una enfermedad canina no muy común, generada por
el protozoario Leishmania infantum, que se transmite por la
picadura de mosquitos. Dentro del perro afecta a diferentes órganos, pero
generalmente sufren mayor deterioro riñones, hígado y piel, por lo que produce
pérdida de cabello, descamación, adelgazamiento y apatía. Potencialmente puede
ser contagiada a seres humanos, aunque esto ocurre sólo en individuos con
sistema de defensas (inmunológico) debilitado. No hay tratamiento curativo, por
lo que la única medida conocida para evitarla es la prevención, que consiste en
realizar cada año un análisis de sangre a la mascota.
Dirofilariosis. Otra enfermedad transmitida por mosquitos y que
casi siempre padecen perros y gatos. Los parásitos que la ocasionan (Dirofilaria
immitis) no dañan al ser humano, pero se pueden alojar temporalmente en la
región pulmonar, formando un nódulo (conglomerado en forma de esfera) y
ocasionando tos y dificultad para respirar.
Sarna. En realidad es un grupo de enfermedades producidas por ácaros
(“parientes” diminutos de las arañas) que se alojan dentro de la piel,
generando inflamación, dolor y pérdida de pelo. No todas son contagiosas,
aunque algunas que afectan a perros (sarcóptica), gatos y conejos
(cheiletielosis) pueden hacernos daño si hay contacto directo.
Hasta aquí esta primera entrega, en la próxima continuaremos con este
tema.
Reciban un saludo
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