15 de septiembre del
2018
ANECDOTAS
Y MISTERIO
(Psychoide)
Todo amante de los animales
tiene historias que contar acerca de las facultades mentales desusadas de
perros y gatos y de un ejército de otras criaturas grandes y pequeñas, y la
mayoría tiene cuando menos una anécdota de los poderes síquicos inexplicables
de los animales.
Un tema infalible para
iniciar conversaciones en casi cualquier grupo es una anécdota referente a un
perro que hizo algo que no podía hacer su amo.
Esas narraciones fascinan a
jóvenes y viejos por igual. ¿Por qué sucede eso? El narrador cree en su relato,
y tenemos pocas razones para dudar de su veracidad. Si embargo, hay algo del
romanticismo en la mayor parte de nosotros que nos reprime de transformar las
narraciones de cuentos de animales en una investigación científica. Tal vez
amamos el misterio y hallamos que un mundo que brilla por la cantidad de
incógnitas es en cierta forma más fascinante que el reducido a fórmulas, y en
esto no me dejarán mentir mis amigos docentes que se ocupan de las ciencias
exactas.
Pero subsisten los instantes
de interrogación; aunque el hombre se divierte con lo desconocido, su mente
racional no obstante busca la explicación.
¿Y que sucede cuando
atisbamos tras el cráneo del animal, cuando lo dividimos en trocitos? ¿Pueden
compararse significativamente las inteligencias humana y animal?
Para determinar el nivel de
la inteligencia humana, evaluamos una serie de habilidades. Como las diferentes
pruebas de inteligencia miden habilidades distintas, es imposible comparar los
resultados. Debido a este problema, las pruebas de inteligencia humana no
pueden aplicarse directamente a otros animales, que viven en condiciones
diferentes y, por lo tanto, utilizan habilidades muy distintas.
Muchos animales salvajes se
convierten en neuróticos patéticos en cautiverio. En los zoológicos se ven
privados del medio que requieren para un comportamiento normal. Reaccionan
frecuentemente con violencia a la monotonía y la frustración; otros padecen
depresiones crónicas, obsesiones o inhibiciones sexuales, y enfermedades
emocionales que les causan daño físico e incluso la muerte.
Es ridículo intentar hacer
pruebas de inteligencia con criaturas salvajes después que se les ha hecho prisioneras
destrozando sus patrones de conducta, adormeciendo sus sentidos y dejando sus
mentes inactivas. Su brillo audaz natural resplandece nada más en su hábitat
natural.
Reciban un afectuoso saludo
Dr. Rafael García y Pla